Un año y medio sin el Salone del Mobile.Milano es demasiado tiempo. Eso lo saben todos quienes trabajan en la industria del mueble y sus ferias. Lo saben los fabricantes, los diseñadores industriales y los prescriptores. Lo sabe la fundadora del SaloneSatellite, Marva Griffin; el director de Isaloni, Marco Sabetta y su nueva y flamante presidenta, María Porro. Por eso todos los medios especializados quisieron acudir a la cita del “supersalone”, acreditándose más de 300 periodistas de todo el mundo, entre ellos una servidora. Nadie quería perderse este evento, aún sabiendo que sería más condensado y menos espectacular -en todos los sentidos que puede tener la palabra espectacular- que su hermano mayor, Isaloni.
Sin embargo, y a pesar de las dificultades derivadas de una pandemia que parece no tener fin, el esperado reencuentro se produjo; y con él, el milagro de las ferias físicas: el gusto por tocar, oler y probar. El trato cara a cara con los distribuidores, los arquitectos, interioristas, editoras y los agentes de exportación de las firmas. Las presentaciones de los grandes diseñadores, como Philippe Stark o Patricia Urquiola, a menos de 3 metros de uno y sin cortes de conexión. Y, en general, la vuelta a las relaciones sociales y profesionales -mascarilla mediante-, que tanto echábamos de menos.
A Isaloni le ha salido un “hermanito”
Ha sido mi primer Salone, “supersalone”, en este caso. Y aunque me he hartado de escuchar que este evento no tiene nada que ver, que si ya verás Isaloni en 2022, que ni se te ocurra ponerte sandalias para recorrerlo…, y otras tantas batallitas de plumillas del sector curtidos en la feria de Milán desde antes de que yo naciera; en mi humilde opinión ha sido un evento digno de su categoría. Una apuesta valiente y sincera por mantener viva la llama de las ferias presenciales pese a la pandemia. Un golpe en la mesa ante tanto evento digital. Que están muy bien también, pero no queremos solo eso, ¿a que no?
El trabajo encomiable de la organización
Ni que decir tiene que el éxito de “supersalone” reside no solo en las ganas de ferias que tenemos todos; sino también en el enorme esfuerzo realizado por todo el equipo de Isaloni. En su incansable trabajo por continuar difundiendo noticias, consiguiendo que los medios hablemos del Salone del Mobile.Milano pese al parón, y así seguir estando en la palestra. Como dijo en la presentación a la prensa María Porro, presidenta de Isaloni, “el `supersalone´ es una forma de ir calentando motores para la edición del Salón de 2022”. Porque toda la industria necesitaba un evento como este para engrasar la maquinaria y sacarse de encima el óxido de tantos meses sin actividad ferial, empezando por la propia organización, que el día de la apertura andaban como desentrenados. Bueno, todos lo andábamos.
Y un poco quitarnos todos también el miedo al Covid-19. Que sí, sigue estando ahí, pero ya sabemos algo mejor como funciona, nos hemos vacunado y podemos hacer más cosas cumpliendo medidas de seguridad. A nadie le pasa nada por llevar una mascarilla FFP2 diez horas seguidas, oiga, ni tampoco por lavarse las manos más a menudo y concienzudamente; y si no miren a los sanitarios.
“supersalone” hace un guiño a la sostenibilidad
En estos cinco días de feria, abierta por vez primera al público general, hemos recorrido pasillos y visitado stands basados en el diseño del arquitecto Stefano Boeri, que ha creado una puesta en escena sobria y equilibrada, con la premisa de contribuir a la sostenibilidad de este evento. Porque se habla mucho del derroche que suponen las grandes ferias del mueble -y todas, en general-, de esa alegoría al concepto de `usar y tirar´.
Por ello, Isaloni ha optado por seguir la línea reduce, reuse, recycle en este “supersalone”. Así, desde los árboles naturales que decoran los pabellones (y que serán posteriormente replantados por la ciudad de Milán), hasta las áreas de descanso o las gradas y escenarios donde se celebran las `Open Talks´, pasando por los paneles que configuran los stands. Casi todo está pensado para poder desmontarse y reciclarse o reutilizarse.
Tanto es así que en mi primer día de feria me clavé un astilla de madera de una de las gradas, y aún luzco en la mano un bonito recuerdo de Milán. Madera en crudo ensamblada sin pegamento ni tornillos, me dijeron que era. Bromas aparte, el display del evento es una declaración de intenciones para continuar con esta tendencia a utilizar materiales reciclables y transformarse en un salón más sostenible. Lo cual aplaudimos.