Escribía hace poco sobre Lilly Reich aquí en spainhabitat y me despertó la curiosidad. ¿Por qué Lilly, conocida y reconocida en su momento, no ha formado parte de nuestra memoria colectiva como sí lo ha hecho Van der Rohe? ¿Ha sido mujeres y diseño un tándem que por femenino resulta singular?
¿Cuántas habrá como Lilly Reich? Pensé en Marie Curie, pero justo ella es una de las grandes recordadas, que obtuvo incluso dos Premios Nobel, uno de Física junto a su marido, que no le dejaron recoger por su condición femenina, por cierto; y otro en solitario, de Química, cuando Pierre ya había muerto. Sin embargo, justo Curie, pionera, está completamente presente en nuestra memoria. Bueno, salvo excepciones, que el otro día me llegó, en ese abordaje cotidiano que es el wasap, un fragmento del programa de citas de Cuatro, donde un amable mozo la confundía con Freddy Mercury. No sé lo que es peor en esta terrible ignorancia. ¿Será real? A veces dudo. Otras no.
Pero independientemente del reconocimiento del líder de Queen y de la reina del radio (a ver si al final sí que va a tener sentido esto de Curie y Mercury), otras científicas han quedado invisibles en la historia de los grandes descubrimientos: Lise Meitner y su aportación a la fisión nuclear que acabó con el Nobel únicamente para Otto Hahn, con quien colaboraba; Rosalind Franklin, que descubrió los fundamentos de la estructura molecular del ADN, sufrió la apropiación de sus notas y la consiguiente negación de su autoría; Jocelyn Bell descubrió la primera radioseñal de las estrellas púlsares, y fue ese descubrimiento el que fundamentó el Nobel otorgado únicamente a su supervisor; Ada Lovelace, que era hija de Lord Byron, diseñó el primer programa informático de la historia; y Margaret Hamilton creó el software que hizo posible que el hombre pisara la luna en 1969.
¿Y en el diseño? ¿Tenemos casos similares a los de Lilly Reich? Hoy en día es más fácil nombrar de memoria un listado de diseñadores que de diseñadoras, pero sí existen grandes creadoras reconocidas sobre la arena mediática: Patricia Urquiola, Inga Sempé, Nika Zupanc, Belén Moneo, Valeria Vasi… Y seguro que hay muchas más, aunque tampoco mi memoria, a pesar de todo, consigue un listado exhaustivo en la búsqueda «mujeres y diseño». Google lo hará algo mejor, sin duda.
Cuentan que hace cien años Le Corbusier le cerró la puerta de su estudio a Charlotte Perriand indicándole que «aquí no bordamos cojines». Pero esa puerta volvería a abrirse de la mano de Pierre Jeanneret, y Charlotte Perriand acabó diseñando en el estudio. Creó maravillosos asientos de estructura tubular de acero que la memoria colectiva no asocia precisamente a su nombre. Firma en colaboración con Jeanneret y Le Corbusier grandes piezas icónicas. Hoy, diferentes autores atribuyen únicamente a ella su diseño. Hablo del LC2 Grand Confort, la butaca B301 y aquella maravillosa chaise longue B306, sí, justo la que todos conocemos como «chaise longue de Le Corbusier«.
No nos olvidemos de los Eames, que aún hay quien los confunde con hermanos, pero no. Eran Charles y Ray Eames y estaban casados. Ray dijo aquello de «Lo que funciona bien es preferible a lo simplemente bello, porque es lo que perdura». Sus sillas funcionaron bien. Y perduraron.
Y Eileen Gray, autora de clásicos contemporáneos como el sillón Bibendum, inspirado en la mascota de Michelín, o la mesa E 1027.
Reivindiquemos su aportación y obtendremos una visión mucho más amplia del diseño y la creación. Queridas mías, he admirado vuestra obra sin saber que fuistéis vosotras sus creadoras. Y confieso haber contribuido sin duda en alguna ocasión a vuestra invisibilidad. Espero, no obstante, devolveros vuestra autoría y no llegar nunca a confundir a Freddy Mercury con ninguna de vosotras. Y tampoco a Michael Jackson. Lo prometo.