Espacio Uno. O espacio 1. Y no es el interestelar en el que ya puedes reservar plaza por unos 250.000 dólares. No. Es un espacio mucho más sencillo: la Naturaleza.
Así lo define José María O´Kean, prestigioso economista que nos aporta su visión numerada sobre los espacios en los que vivimos. El Espacio Uno es la Naturaleza, el lugar al que viajamos al salir del Espacio Dos, que es la ciudad, y al que incluso nos llevamos nuestro propio Espacio Tres, el universo digital.
El Dos y el Tres a veces se entremezclan, sobre todo cuando nos confinan, que ya lo decimos como si fuera algo habitual en nuestras vidas. Qué facil convertimos en cotidianas las situaciones excepcionales. Será esa capacidad de adaptación del ser humano, que, según dice mi hijo pequeño, es la clave de la supervivencia de las especies. Tendrá razón, y me alegro, porque le veo perfectamente adaptado al Espacio Tres.
El caso es que ese Espacio Tres es el que nos conduce por la vida. Allí hablamos un rato con los amigos, leemos el periódico, hacemos nuestras gestiones y nos vamos de compras. Hay quien incluso dedide ubicar en él su vida entera. Pero resulta que el que realmente nos hace felices no es ese. Nuestra felicidad viene directa desde el Espacio Uno.
Y al parecer nos hemos enterado cuando hemos perdido la posibilidad de encontrarlo. Cuando no podíamos salir de esta vivienda nuestra metida con calzador en el Espacio Dos. Y ahora lo perseguimos como nunca. Hay quien quiere convertirlo en su espacio definitivo, y contribuye al auge sin precedentes de las ventas de unifamiliares con jardín. Y hay quien aspira a pasar unas vacaciones de ensueño, y prácticamente se han agotado las casas de alquiler con jardín y piscina en toda España para este mes de agosto.
Y es esta sed colectiva de Naturaleza la que debemos aprovechar, sobre todo para que la sociedad entera vire un poquito hacia la felicidad. Pero también para generar un escaparate de producto orientado a ese Espacio Uno, que, si no puede rodear nuestra vivienda, sí que puede acompañarla desde su terraza o jardín. Si no hay Espacio Uno donde vivir, que haya un trocito de cielo y tierra en mi Espacio Dos.
Necesitamos productos que cumplan las nuevas funciones de este hábitat mutante que nace de integrar nuestros tres espacios vitales, incluido el virtual que planea sobre los otros dos. Hoy más que nunca la industria trabaja en esos nuevos diseños que el consumidor covidiano ha convertido en flamante necesidad. Los veremos sin duda en nuestras próximas ferias, que espero que vivan pronto el Espacio Tres como mero complemento a su realidad. Y os lo contaremos, por supuesto.
Mientras, disfrutemos del Espacio Uno, del Dos o del Tres, o del interestelar si se da el caso, que en la adaptación, ya sabéis, está la supervivencia de la especie. Y en realidad, quizá esté ahí también la felicidad.