La Feria es Hábitat Valencia. Siempre lo ha sido. ¿Vas a la feria? es, en el traductor instantáneo de mi cerebro, ¿vas a Hábitat?, igual que en el de mis hijos es una montaña rusa. Es evidente que hay más pero mi Feria es mi Feria y no tiene rival. Conté la semana pasada mis años en ella: 29. 29 años sin faltar a la cita, más de los que yo tenía cuando empecé a visitarla.

Comencé recorriendo aquella antigua FIM, la veía inmensa y laberíntica. Se celebraba entonces con FIAM y Cevider y tenía escalones, altillos y pequeñas fiestas al cerrar, con las que se trataba de liberar los inmensos atascos de vuelta a casa, y había caviar ruso en algún stand de mueble clásico, listo para agasajar en privado a aquellos clientes que venían del este como reyes magos de allende los Cárpatos.

Y un magnífico SIDI en el 6A reuniendo la vanguardia y el diseño, al que me escapaba de vez en cuando a babear un ratito. Yo andaba entonces con Maria José Vicens, la más grande dama de nuestro sector editorial sin duda alguna. Una todoterreno tremendamente inteligente que sigue teniendo en su mente la memoria del sector, como una Siri en carne y hueso. Con ella aprendí mil cosas del mueble, de la industria y hasta de la misma vida; y probé aquel caviar que sabía a gloria marina. Nunca lo he vuelto a probar, todo hay que decirlo.

La madera conquista Hábitat València
Hoy mi Feria luce en Hábitat València, amplia y preciosa, cómoda y luminosa, versátil y cosmopolita. Una magnífica feria que aún me produce mariposas al entrar. Y cada año, un titular, una tendencia imperante. Dice Gabriel Teixidó que «no seguir las tendencias crea productos diferenciados que perduran en el tiempo», mientras me cuenta mi hija que, en estadística, moda es el valor que aparece con mayor frecuencia en un conjunto de datos. Curioso.


En esta ocasión, mi valor más frecuente ha sido la madera, mucha madera, una madera que retorna en crudo, tan crudo como un árbol partido longitudinalmente y posado sobre sus nudos, o en sus tonos naturales, combinada con todo: con textiles, con cueros, con vidrio, con hierro, con metal o con acero.

La madera vuelve a conquistar la feria de la que nunca se fue, a coronar la Feria que siempre fue la reina de las ferias, al menos en mi corazón. O en mi moleskine. O en mi grabadora. En aquellos aparatos varios que colgaban de mi cuello. Hoy son solo un móvil capaz de hacerlo todo y soy yo en realidad la que cuelga de él. 29 años los separan. Y una gran feria los avala.