De mayor quiero ser feliz. Me hubiera gustado responder eso de pequeña. Pero no. Respondía que quería ser bombero. Al principio, porque me gustaba la idea de montar en ese camión rojo tan chulo y subir por una escalera larga y luchar contra un fuego que nunca quemaba. Luego, ya sencillamente por la gracia que hacía que lo dijera, aunque no entendía yo muy bien qué podría resultar tan gracioso. Más adelante ya fui respondiendo otras cosas: peluquera, veterinaria, científica, profesora, psicóloga y por fin: periodista. Por el camino se cruzó también una tienda de lanas Stop, ¿existirán todavía? Vi un anuncio que explicaba que te lo montaba todo la marca y me pareció un infalible negocio, aunque no supiera todavía lo que era una franquicia.

Ahora me han vuelto a plantear la misma pregunta. Ya ves tú, a estas alturas. Por lo visto hemos entrado en esa franja de edad en la que hay que ir preparando el terreno al futuro. Mis amigas lo tienen claro: hay que hacerse un coliving. Entre eso y el clavicut me llevan loca venga el anglicismo.

El coliving es como el coworking, pero sin trabajar. Se trata de compartir una vivienda. Lo que viene siendo un piso compartido de toda la vida. Luego está el cohousing, que es lo mismo pero en una casa en la naturaleza, el famoso espacio uno que tanto añoramos. Según he ido profundizando en el tema, al parecer, en el cohousing la idea es adquirir, e incluso promover, la construcción de la propiedad entre todos los que la comparten. El coliving es más sencillo, basta con un alquiler. Y entre uno y otro, hay fórmulas mixtas que, según quien te lo cuente, se llaman de una u otra forma. Pero el anglicismo que no falte, no nos vayamos a dar de morros con un magnífico castellano rico en formas y términos para definir cualquier nueva tendencia.

Bueno, pues resulta que ahora lo que se lleva es el cohousing senior, viviendas compartidas para mayores, que disfrutan además de espacios y servicios comunes. Mis amigas, en definitiva, lo que quieren es que nos vayamos a vivir juntas cuando seamos abuelitas. No sé yo muy bien qué pensar de esto. ¿Las aguantaré 24/7? ¿Me aguantarán ellas a mí por la mañana antes del café?

El modelo cohousing incluye también que cada una viva en su casa y compartamos espacios. Yo creo que mejor. Salimos a la fresca, como toda la vida, echamos la tarde ahí en el jardín y cada mochuelo con su olivo.

El mercado de la promoción inmobiliaria contempla este modelo como negocio de futuro. Madrid incluso los acaba de incluir en el proyecto de modificación de sus normas urbanísticas. Ahí hay mercado. Ya hay modelos de hábitat colaborativo para mayores en Madrid, Valencia, Murcia, Málaga, Oviedo, Jaén, Cuenca, Sevilla… Son viviendas accesibles y adaptadas a sus propietarios, con una gran superficie destinada a espacios comunes: zonas deportivas, huertos, salas de proyección… Los propietarios se autogestionan y contratan servicios de su interés: desde la atención médica al ciudado personal.

Es el mercado de los mayores, que están llegando a su edad dorada en buen estado de salud física y financiera. Y requieren otros modelos de convivencia, un nuevo hábitat que se especializa en su habitante, como tiene que ser. Y el diseño de producto también debe responder a ello. Existen fabricantes especializados en mobiliario geriátrico, pero, personalmente, echo de menos un puntito estético en estas piezas. Igual que hemos avanzado tantísimo en el mobiliario de trabajo, quizá necesitemos un empujón para decorar esas viviendas de mayores con una estética fresca y actual, lo que viene siendo cool en el rollito anglicista.

Es un mercado emergente, sin duda. Pero ahí está. Y creo que seré muy feliz cuando pueda decorar ese cohousing mío con butacas reclinables, asientos altos, reposabrazos robustos, cama articulada y un diseño maravilloso lleno de luz y color. Sé que lo veremos, porque nuestra industria amuebla esas nuevas opciones de hábitat y nuestros diseñadores conjugan estética y función de forma impecable. Tiempo al tiempo.

Y, sin duda, mi casita preciosa en la naturaleza, espacios comunes para disfrutar con mis amigas, y el camión de bomberos con el que decoraré la repisa del salón, contribuirán a hacer posible lo que quiero ser de mayor: feliz. O igual es happy, no sé bien.