El Restaurante Leña es un steakhouse donde la protagonista es la carne y los diferentes modos de cocinarla, así que el concepto para desarrollar el proyecto de interiorismo es exactamente ese. Un nuevo espacio culinario diseñado por el estudio Astet para el Grupo Dani García, que atesora la esencia de lo primitivo, del fuego, de las brasas y de materias primarias como la piedra y la madera.
La madera, la leña, sus texturas, sus huellas marcadas por el paso del tiempo y su relieve orgánico. El uso de este material y su origen, el tronco, crean un entorno completamente diferente y una experiencia multisensorial. Todo el espacio queda teñido de negro, un azabache intenso. El negro como color dominante, lo cubre todo: paredes, techos, suelos y mobiliario. Se crean matices desplegando una paleta que se aviva o se apaga según sea necesario.
Este tono surge como testimonio de la madera quemada, carbonizada, mediante la técnica japonesa Yakisugi. El país nipón sirve también como referencia para el plato estrella del Restaurante Leña, la ternera Wagyu.
Interiorismo orgánico
La organicidad del interiorismo en el Restaurante Leña se expone en el techo, que adquiere gran importancia en todo el espacio. Líneas sinuosas, extruidas a diferentes alturas, de madera de fresno teñido, evoca los anillos de un tronco cortado y conforma la escultura luminosa que cubre todo el restaurante. La luz tenue crea la sensación de que cada anillo está en llamas y nos recuerda que el fuego es algo latente en la cocina y en el entorno. Volver a la tierra, a las texturas crudas, es otro de los recursos que establece un diálogo con la experiencia interior. Las piedras que son usadas para generar el fuego, también son un elemento que dota de tacto visual a la atmósfera. Por ello dos volúmenes rocosos que se suspenden y emergen, crean un contrapunto con el lienzo oscuro.
La madera, clave en el restaurante Leña
En la zona exterior, un suelo de tacos de madera, colocados meticulosamente separados entre sí por líneas de gravilla negra, crean el suelo independiente de la terraza. Muebles de madera y mesas metálicas, crean una zona dinámica de antesala al restaurante. Durante el verano dos puertas de la fachada se abaten para unificar interior y exterior en un único espacio.
Ya traspasada la puerta de entrada del Restaurante Leña, un vestíbulo completamente opaco, curvo y de madera, nos da la bienvenida. El espacio interior se distribuye en una planta abierta, que crea ambientes y percepciones diferentes, según donde el cliente se siente, cada rincón es una experiencia en sí misma, que muestra matices, colores y texturas diversas.
El primer espacio es un `whiskey bar´, en el que la barra, un tronco de más de 5m de longitud troquelado por franjas de espejo, crean una percepción infinita de los cortes. El sobre de una piedra tropical negra veteada, da carácter a este elemento.
Dos formas curvas de madera enmarcan la zona de recepción, donde una pieza esculpida conforma el mueble que da la bienvenida a los clientes. Ya en la sala, el techo escultórico nos guía por los volúmenes orgánicos que componen los asientos-escultura que articulan los espacios. Dos grandes bancos conforman esta sala. El primero adosado al muro, en negro y con estructura torneada, con fondo de humo retroiluminado. El segundo es un volumen orgánico que se curva y se eleva en sí mismo, compuesto por una estructura de lamas de madera quemada
Una línea extruida de latón potencia la forma natural de este elemento y nos enlaza con la sinuosidad del techo. En su centro plantas y troncos se mezclan integrando el diseño biofílico en el proyecto.
Butacas diseñadas por Astet, mesas con patas escultóricas, grandes alfombras de materiales pétreos, suelo de terrazo, grandes paños de piedra brasileña retroiluminada, la opulencia del latón… Un universo de texturas que recrea una experiencia sensorial difícil de explicar. Por algo el restaurante Leña se ha alzado con el premio al `Restaurante más Bonito del Mundo´ en 2021, otorgado por The Restaurant & Bar Design Awards
Fotografías: ©Salva López
