La historia de Maderas y Chapas Blanquer comienza en 1921, en Banyeres de Mariola. En ese momento, la familia Blanquer inicia su actividad con un pequeño taller de serrería y carpintería. Su actividad diaria se basaba en la elaboración de cajas para fruta y labores de carpintería. Los avances en la industria y la aparición de las cajas de cartón, más óptimas para el transporte, hicieron que decidieran cubrir nuevos nichos de mercado.

Atendiendo a las necesidades del mercado y a la fuerte demanda de la industria valenciana del mueble, en 1960, decidió reinventar el negocio familiar, trasladando sus instalaciones a Valencia. En 1981, la segunda generación tomó una decisión clave: constituir la sociedad Maderas y Chapas Blanquer. Este cambio no solo respondió a la creciente demanda del sector del mueble, sino que también facilitó un mayor crecimiento. A partir de entonces, la empresa comenzó a consolidarse en un entorno industrial más competitivo.

Con la llegada de la tercera generación, se inicia una nueva etapa. Jorge Blanquer Blanquer (Gerente), Luis Blanquer Serna (Director de negocio) y Noelia Blanquer Francés (Directora de administración y almacén), lideran hoy un equipo directivo que ha impulsado una importante expansión. Como resultado, las instalaciones superan los 12.000 m² y la empresa ha reforzado su actividad internacional. Gracias a esta gestión, Blanquer combina la experiencia adquirida con una visión actual del mercado.
Relevo generacional en Maderas y Chapas Blanquer: continuidad con visión estratégica
El relevo generacional en Maderas y Chapas Blanquer ha permitido mantener la continuidad del negocio familiar. Además, ha dado paso a una estrategia más adaptada a las exigencias actuales. Por un lado, se conservan los valores de calidad, especialización y conocimiento del producto. Por otro, se incorporan nuevas herramientas de gestión y comunicación, orientadas a la expansión y la mejora de procesos.

Expansión internacional basada en experiencia y adaptación
La apertura a mercados internacionales ha sido progresiva. Sin embargo, ha estado respaldada por una profunda comprensión del producto y por la capacidad de adaptación. Blanquer ha sabido responder a las necesidades del cliente profesional, ofreciendo maderas seleccionadas y un servicio ágil. Asimismo, la cercanía con el cliente se ha convertido en un valor diferencial. Esta combinación refuerza su posicionamiento como proveedor especializado.

En definitiva, el caso de Blanquer muestra cómo una empresa familiar puede evolucionar sin renunciar a su esencia. Gracias a un relevo generacional bien planificado, la compañía ha logrado crecer, adaptarse y proyectarse hacia el futuro con coherencia.


