La industria española de fabricación de tableros derivados de la madera controla exhaustivamente las emisiones de formaldehído en los límites más restrictivos de las leyes internacionales, buscando alcanzar una reducción de formaldehído. Estos certificados se deben en exigir los pliegos de condiciones de obra.
Hace décadas que se determina el formaldehído en los distintos tipos de tableros empleados en la fabricación de numerosos bienes de uso cotidiano: mobiliario, paneles, parqués y otros elementos del hábitat humano, público y privado, como viviendas, hospitales, guarderías, hoteles, o espacios de trabajo, entre otros.
Peligros del formaldehído para la salud
Estos productos están sometidos a estrictas evaluaciones periódicas para evaluar las emisiones de este compuesto orgánico volátil (COV) tóxico en grandes exposiciones. Puede ser reconocido fácilmente por el olor a nuevo en productos, o el conocido formol en los hospitales.
Al ser inhalado en altas concentraciones y durante periodos prolongados, este aldehído utilizado en las resinas para compactar los tableros puede resultar nocivo, y es necesario incorporar captadores y calibrar las cantidades de urea-formaldehído o fenol-formaldehído empleadas, innovando además con formulaciones permanentemente mejoradas.
De este modo, la industria española de tableros somete sus productos a las restricciones más exigentes, y cumple así todas las normativas internacionales que le permiten exportar a cualquier lugar del mundo.
Tableros con reducción de formaldehído
Los países de la Unión Europea disponen de legislación dispar en cuanto a los niveles de exposición para las personas, aunque siempre en rangos mínimos. Alemania, por ejemplo, a partir del 1 de enero de 2020, va a restringir todavía más las emisiones de tableros y mobiliario hasta 0,05 o 0,1 partículas por millón (ppm) dependiendo de la norma y método empleado.
Estados Unidos es el más exigente hasta la fecha con este mismo nivel mínimo, aunque permite hasta 0,13 ppm para tableros de fibras de espesor inferior a 8 mm. Las directrices de la Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA) son guía para numerosos países y se están convirtiendo en ley, como próximamente en Canadá.
Una restricción por debajo de este nivel mínimo de 0,05 tendería al tablero 0,0, con una pérdida de las propiedades mecánicas del producto, y sería un contra sentido al estar sometido el ser humano a ambientes con mayores niveles por contaminación en general, oxidación de otros COV’s, y factores como la humedad, la temperatura, o la presión, que inciden en el incremento de sus valores.
Así, es necesario conocer periódicamente como varía la cantidad de formaldehído en relación a las diferentes variables, y determinar así su concentración para evitar efectos nocivos sobre la salud, estableciendo umbrales con las cantidades “más naturales”.
El proyecto REDFOR
La reducción de formaldehído es uno de los objetivos del proyecto REDFOR que impulsa el Instituto Tecnológico Aidimme, cofinanciado por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial, IVACE, y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, y en el que participan las empresas Tableros Folgado; Tableros Raclima, y Maderas Benigànim, y la colaboración de la Federación Empresarial de la Madera y Mueble de la Comunidad Valenciana, Fevama.
Esta iniciativa pretende determinar los valores mínimos que los actuales métodos de análisis sean capaces de detectar, así como establecer una correlación matemática de los tres métodos más utilizados -cámara, perforador y desecador-, que permita obtener con un único ensayo datos aproximados del producto frente al resto de ensayos.
Por otro lado, el proyecto REDFOR intentará acotar las concentraciones de formaldehído en distintos ambientes para poder establecer un límite inferior al que deberían tender las emisiones de los tableros con resinas derivadas de formaldehído.
El Instituto Tecnológico Aidimme es la única entidad acreditada en España para realizar los ensayos de determinación en los tableros derivados de la madera para el mercado norteamericano como Centro reconocido por la EPA y la California Air Resources Board (CARB).